Diciembre, tiempo de balance y esperanza

Diciembre, tiempo de balance y esperanza

«Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos». Todos pueden encontrar en san José —el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta— un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad. San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en “segunda línea” tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación.»

(Carta del Papa Patri Corde – 8/12/2020)

Siempre que llega el fin de año repetimos el ritual del balance: ¿qué hicimos? ¿Estuvo bien?… ¿qué nos faltó hacer?… miramos repetidamente la agenda para respondernos estar preguntas. Pero el hacer nos roba toda la preocupación… y nos olvidamos de la pregunta por nuestro ser: ¿cómo fuimos este año…con nosotros mismos, con los más cercanos, con los alejados? ¿cuánto dimos y cómo nos dimos a los otros? Estas preguntas en el 2020 tienen una resonancia especial: un año difícil y desafiante que nos puso frente a la fragilidad humana y la necesidad de buscar caminos de encuentro para superar las dificultades.

Se mezclan los sentimientos: alegría y pesar, incertidumbre y esperanza, alegría y tristeza. La carta del Papa Francisco inaugurando el año dedicado a San José, nos invita a levantar la vista y mirar la figura del santo Patrono de la Iglesia para aprender de él la humildad y la sencillez, cumpliendo silenciosamente la voluntad de Dios.

Es bueno renovar las fuerzas y volver a centrar nuestra vida en el Señor que da sentido a todo. Dejamos todo en sus manos en la certeza que todo lo que venga será lo mejor para nosotros y para todos. Pero ponemos en sus manos fundamentalmente todos nuestros dones y también nuestros límites, sabiendo que todo lo recibimos de él y con su gracia se multiplican los primeros y se salvan los segundos. En Cristo, nuestra esperanza, todo lo podemos, por eso abrimos las puertas a este nuevo año plenos de alegría y esperanza.

Les deseamos a todos una feliz Navidad y un fecundo 2021, bajo el amparo de San José a quien le decimos:

Salve, custodio del Redentor

y esposo de la Virgen María.

A ti Dios confió a su Hijo,

en ti María depositó su confianza,

contigo Cristo se forjó como hombre.

Oh, bienaventurado José,

muéstrate padre también a nosotros

y guíanos en el camino de la vida.

Concédenos gracia, misericordia y valentía,

y defiéndenos de todo mal. Amén.

Seminario Juan XXIII

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